Literatura que rompe la barrera de la edad entre padres e hijos

Leer. Hay pocas actividades más enriquecedoras que esta. Lo es, mencionando a Emily Dickinson, porque un libro nos permite viajar lejos. También porque un libro puede mostrarnos la realidad —la que vemos y la que no—, hacernos en parte más libres y hasta servirnos para unir. Leer, como dijo en una ocasión Rosa Montero, “nos salva del horror del mundo”. Y a todos nos espera ese libro que nos salve. No importa cuándo o cómo: no hay edad para disfrutar de una buena historia. Hoy es más fácil que nunca acceder a ellas. Basta con entrar en una biblioteca o disfrutar de la magia de una librería, las estanterías están repletas de primeros álbumes de descubrimientos, álbumes ilustrados, libros para primeros lectores, literatura juvenil, crossover, young adult, new adult… No se reivindica lo suficiente la importancia de las primeras lecturas. Así lo ven en la editorial Narval. Su editora, Irene Amador, asegura que militan en la causa: “La lectura desde la cuna”. Añade Amador que “los buenos libros leídos en la infancia dejan una impronta indeleble en nuestro cerebro. Nos acompañan siempre. Se convierten en potentes herramientas de nuestra memoria”.

Me quedo con el concepto de lectura crossover como aquella que abarca a todo tipo de lector, independientemente de su edad, y que según explica Gemma Lluch, filóloga y experta en literatura infantil y juvenil, ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. “En la actualidad estas lecturas se han expandido dentro del engranaje de la industria del entretenimiento, sobre todo cuando los adultos se empezaron a preguntar quién es ese Harry Potter y pidieron ediciones de estos libros para ellos. A partir de ahí, las librerías y editoriales empezaron a editar lo que se ha llamado young adult; un término quizás más adecuado y descriptivo que engloba un tipo de lectura que se inicia en torno a los 14 años y que no tiene tope de edad”, explica. Lo decía la periodista Tereixa Constenla en un reportaje sobre este fenómeno en 2011: el nombre es nuevo, pero no lo es la existencia de libros que han sido capaces de romper fronteras entre generaciones de lectores sin que sus autores llegaran a saberlo. “Hay aventuras que interesan a los 13 y a los 63. Y también hay miedos que atenazan a los 15 y pueden regresar a los 55: ¿qué haré con mi vida?”.

Esa interpelación entre generaciones que señala Constenla ocurre incluso cuando leemos un álbum ilustrado. “Hay álbumes que tienen una estructura narrativa más compleja y una diversidad de puntos de vista que nos interpelan desde el mundo juvenil, el adulto e, incluso, desde la infancia”, explica Irene Amador, quien pone como ejemplo libros como Gritos en la arena, de Arturo Abad y Mónica Gutiérrez Serna o ÍO: hay mucha vida ahí afuera, de Daniel Piqueras Fisk. Pese a esto, reconoce Irene Amador que las lectoras y lectores crecen y demandan nuevas lecturas. Es aquí donde las editoriales infantiles buscan ganar un nuevo tramo del mercado inaugurando colecciones que crucen las fronteras de la edad que han sido ideadas por la mercadotecnia de la industria cultural.

En busca nexos entre adultos y adolescentes

Dado que la familia es el primer referente en cuanto a aprendizaje, ¿es interesante este tipo de novelas crossover o young adult para crear un nexo familiar desde el amor por la lectura? Para Ricardo Gómez, maestro y autor de El dulce olor del diablo, publicada por Narval, podría serlo, pero opina que el fomento de la lectura debe iniciarse mucho antes. “Las familias deberían acompañar temprano a una niña o a un niño a leer e interpretar libros infantiles complejos como Voces en el parque o Donde viven los monstruos”. Según Gómez, las novelas crossover contribuyen después a romper la barrera, que considera “absurda”, de las edades en la literatura. “Muchas obras de Twain, de Poe, de Stevenson, de Zweig, de Cortázar, de Rosa Montero, de Gaarder, de Mankell… no tienen edad, fueron crossover sin saberlo ni los autores ni los editores”, afirma.

Gemma Lluch pone el foco en el mediador: “Hay muchas acciones institucionales en la lectura dirigida a los lectores en edad escolar pero prácticamente ninguna para los lectores adultos (más allá de los clubes de lectura de las bibliotecas)”. Para la experta es importante tener claro que dado que la familia es el primer mediador de lectura deberían plantearse acciones dirigidas a las familias para recomendarles buenas lecturas. Comparte esta idea Irene Amador quien cree que las familias tienen a su disposición un estupendo vehículo para el debate, para compartir lecturas, referentes, temas, personajes, mundos reales e imaginarios… “Ciertas obras han traspasado la frontera de la edad. En alguna medida se han convertido en referentes inexcusables, además de ser fenómenos editoriales globales. Lo interesante del fenómeno, que ha llegado para quedarse, es que prestigia la Literatura Infantil y Juvenil, así con mayúsculas”.

No hay una regla exacta para saber si una novela gustará a un lector de 14 y a otro de 40. Solo hay que pensar en historias tan distintas como La isla del tesoro, de Stevenson o Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza. ¿Cómo lograr que una novela sea atractiva para lectores jóvenes, pero también para adultos? Responde el escritor Ricardo Gómez que hay rasgos que son característicos de toda la literatura, como la pasión, la emoción, la capacidad de hablar del ser humano a través de los hechos reales, la fábula o el símbolo. Y hay otros que pueden ser específicos, quizá basados en el desafío: que un o una adolescente considere cierto libro como una forma de reflexionar sobre la complejidad del mundo adulto sin pacaterías, ocultamientos ni ambigüedades. Puede que el secreto esté entonces en la capacidad del autor para unir, de manera consciente o inconsciente, todos estos rasgos. Eso sí, sin que se note.

Gemma Lluch recomienda las sagas clásicas de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins, o libros como Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness, La ladrona de libros, de Markus Zusak, o un clásico como La historia interminable, de Michael Ende. También considera interesante recorrer los títulos de la colección Las tres edades, creada por Siruela en 1990, que recoge títulos tan emblemáticos como Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite o El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder.

 

FUENTE: El País

admin.BIPC